Adiós.
Una palabra corta. Pero puede ser de las más dolorosas que
tengamos en nuestro vocabulario.
Adiós.
Cinco letras que encierran un hecho: la separación.
Y cómo escuecen las despedidas. Cómo nos rompen en mil
pedazos. Dejándonos sin instrucciones de cómo recomponernos de nuevo. Colocando
cada pieza en su lugar, sin que nos falte ningún hueco por rellenar. Algo
difícil (casi imposible), porque nos falta esa persona que acaba de irse.
Y con ella, se va su olor, el roce de su piel, sus ojos.
Esos que te miran para que el mundo se te olvide por un momento. Se van sus
abrazos, sus besos, sus buenas noches, su sonrisa. La que hacía que tus días
siempre tuviesen luz, aunque no saliera el sol. Se va la paz que te daba, lo
bien que te hacía sentir el solo tenerle al lado…
Adiós.