domingo, 30 de diciembre de 2018

Al 2019 le pido...


No, no voy a hacer el típico texto que hago año tras año recopilando los buenos momentos y  personas que me ha dado. Pues creo que este 2018, se ha quedado un poco corto en cuanto a eso… Ha sido para mi vida un año sin más, pocas cosas a resaltar y muchos bajones.
Así que no, no hay resumen de él.
Hoy quiero pensar en el 2019, depositar todas mis esperanzas en él y, obviamente, en mí.
Y es que soy muy ambiciosa y quiero mucho para este año, mucho.

Al  2019 le pido…
No echar de menos a quien no lo merece.
Más fuerza y menos vergüenza.
Echar fuera  los complejos.
Valentía para seguir (un poco más) todos y cada uno de mis sentimientos.
Paciencia con los que más me quieren.
Mucho más optimismo.
Creer en mí.
Tener a mi lado a los míos.




…Y, ya que me pongo, una plaza fija.

domingo, 23 de diciembre de 2018

Te aferras...

Nunca había querido tan fuerte.
Nunca me habían querido tan mal.
Supongo que, por desgracia, la mayoría de las veces va unido.
Da pena ver cómo te enganchas de eso que te hace tanto daño.
Cómo te aferras a algo que no es, y nunca será.
A ese “va a cambiar” que repites sin creértelo del todo.
Qué listos nos creemos y qué tontos somos al final.
Cuánto amor damos a aquel que sólo da palos.
Cuántas lágrimas derramamos, por el que se ríe de nosotros.
Pero así somos.
Puro corazón, que ciega a una mente que se niega a ver la realidad.

Puro corazón, con sentimientos que tienen a equivocar..

domingo, 16 de diciembre de 2018

La vida es como un libro.

Y es que si la vida es como un libro, hay que saber cuándo cerrar capítulos para empezar uno nuevo.

Y es que como en los libros, la vida tiene diferentes capítulos, etapas.

Etapas donde el protagonista se siente perdido, decepcionado e incluso solo. Pero siempre hay una mano amiga para volver a dirigir su camino, alguien que le hace levantarse. Esos personajes secundarios pero indispensables.
Otras etapas donde todo sale bien, donde la felicidad llena cada una de las páginas.
También hay un capítulo determinante para el resto de la historia: un accidente, un nuevo trabajo, un éxito conseguido, la aparición del amor… Cualquier hecho que dé un giro a nuestra vida, bueno o malo.

En cuanto a los personajes, encontramos los que están desde principio a fin, los que en algún capítulo dejan de ser tan importantes, los que siempre aparecen cuando más se les necesita, los que parecen buenos y luego no lo son tanto, los que se ganan tu cariño aunque sólo aparezcan en unas cuantas páginas, los que te hacen conocer un poco más de cerca el significado de la palabra amor…

Y por último estás tú. El personaje principal de tu libro, tu historia, tu vida.
El que va a marcar el camino a través de sus decisiones. El que tendrá que afrontar cada principio y cada final, el que se encargará de pasar página o de seguir leyendo el mismo capítulo una y otra vez…

domingo, 9 de diciembre de 2018

Que te pierdas conmigo.

Que no quiero que me encuentres, quiero que te pierdas conmigo. Y recorramos juntos el mapa de nuestros cuerpos, conociendo cada curva, lunar y espacio escondido.
Que si me caigo, no me levantes. Acuéstate a mi lado. Miremos juntos el cielo, reconociendo las estrellas que algún día me prometiste.
Que me atrapes en tus brazos. Y juegue a escaparme, sabiendo que tengo las de perder si me besas el cuello y me erizas la piel.
Que la lluvia nos pille bailando y el frío entre abrazos. De esos fuertes y calentitos, donde el mundo se detiene y nos observa con envidia.
Que si lloro, no me hables, pero no me dejes sola. Tenerte al lado es mi mejor pañuelo de lágrimas.
Que las sonrisas sean nuestras aliadas contra todo aquel que no crea en el amor.
Que me mires y te mire, y nos sobre todo lo demás.

Porque estoy contigo, estás conmigo y no hace falta nada más.

domingo, 2 de diciembre de 2018

Domingos...

Los domingos huelen a nostalgia. A historias que pudieron ser y no fueron. A historias que vendrán. O no.

Los domingos huelen a hogar. A refugiarse en la cama. O bajo la manta en el sofá. A abrazos que abrigan.  Que calman.

Los domingos huelen a echar de menos. Lo que tuvimos y ya no. Lo que nunca será. Lo que se fue. Lo que ni siquiera llegó.

Los domingos huelen a palabras en el teclado. A dejarse llevar. A fluir con lo que sale del corazón y plasmarlo en unas cuantas frases que quizá alguien algún día leerá.

Los domingos huelen a canciones con recuerdos. A lágrimas que quieren escapar. A corazones rotos. O recompuestos.

Los domingos huelen a soledad. A pensamientos que azotan la mente y salen el último día de la semana, por miedo a perderse.

Los domingos huelen a  “me apetece verte”, “no dejo de pensar en ti” o “todavía te pienso”.


Los domingos huelen a ti.