domingo, 2 de diciembre de 2018

Domingos...

Los domingos huelen a nostalgia. A historias que pudieron ser y no fueron. A historias que vendrán. O no.

Los domingos huelen a hogar. A refugiarse en la cama. O bajo la manta en el sofá. A abrazos que abrigan.  Que calman.

Los domingos huelen a echar de menos. Lo que tuvimos y ya no. Lo que nunca será. Lo que se fue. Lo que ni siquiera llegó.

Los domingos huelen a palabras en el teclado. A dejarse llevar. A fluir con lo que sale del corazón y plasmarlo en unas cuantas frases que quizá alguien algún día leerá.

Los domingos huelen a canciones con recuerdos. A lágrimas que quieren escapar. A corazones rotos. O recompuestos.

Los domingos huelen a soledad. A pensamientos que azotan la mente y salen el último día de la semana, por miedo a perderse.

Los domingos huelen a  “me apetece verte”, “no dejo de pensar en ti” o “todavía te pienso”.


Los domingos huelen a ti. 

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