Otro año más de carrera acabado. Otro año menos para
acabarla. Miro para atrás y no me puedo creer lo que he conseguido. ¿Quién me
iba a decir a mí años atrás que acabaría en la Universidad estudiando la
carrera más bonita del mundo y sacando buenas notas? La experiencia de la vida
y los estudios me ha demostrado que, aunque cueste, todo esfuerzo tiene su
recompensa. Si le echas ganas, ilusión, dedicación y tiempo, seguro que va a
salir bien. Quizá alguna vez pienses que mereces más, pero el tiempo siempre te
dará la razón. Habrá baches y muchas curvas en el camino, pero si sigues hacia
delante, verás que pronto llegas a ese destino tan deseado.
Aún recuerdo cuando sumar me costaba muchísimo trabajo y
veía cómo las divisiones eran complicadísimas de hacer. Aún recuerdo cuando mi
abuelo me dejó un libro para aprender a leer y fui la primera de mi clase en saber
leer. Aún recuerdo cuando lloraba por no sacar sobresalientes en primaria. Aún
recuerdo una pegadiza canción para aprender el abecedario en inglés.
Quizá todos “odiemos” estudiar, pero no me imagino una vida
sin estudios, sin ilusión por conseguir algo, sin esfuerzo… No me gusta la
comodidad: las cosas, cuanto más te cuestan, mejor las saboreas luego. Y sí, he
pasado por momentos malísimos como muchos suspensos a pesar de haberme
esforzado al máximo, nervios antes de cada examen, mente en blanco cuando no
debía estar así, lágrimas por no conseguir lo que me había propuesto… Pero todo
ha merecido la pena. Y sé que aún me quedan años duros, donde quizá muchas
veces me plantee el tirar la toalla, pero sé que sacaré fuerzas de donde sea
para seguir adelante. Y sé que, cuanto más difícil se me pone todo, más me
esfuerzo yo y mejores resultados obtengo. Sé que soy demasiado perfeccionista y
siempre quiero hacerlo mejor; también soy muy competitiva conmigo misma y, a
veces, demasiado exigente. Pero también sé que todo esto me hace ser mejor cada
día y no me permite rendirme nunca.
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