miércoles, 9 de marzo de 2016

Nacimos para conocernos y enamorarnos.

Qué bonito es verte sonreír sin que te des cuenta. Se te hacen unas arruguitas justo a cada lado de la boca, las “arruguitas de la felicidad”. Eres tú, en toda tu esencia.

Y si tengo que elegir algo de ti, es la forma que has tenido de cambiar mi vida. Cogiste mi corazón, juntaste sus trocitos, reservando uno para ti. Lo hiciste despacito, sin prisa pero sin pausa, conquistándome día a día, sin que yo ni siquiera me diera cuenta. Y es que siempre he pensado que las cosas más bonitas son las que se van construyendo lentamente, cuidando cada uno de los detalles. Me gustan tus ganas de conocerme, de escucharme, de entenderme... Tu manera de hacerme reír, de cuidarme, de mimarme... Y así, despacito, te metiste en mi vida y, lo confieso, ahora no me la imagino si tú no estás en ella. Y es que lo nuestro sobrepasa la palabra “amor”; creo, sinceramente, que no hay palabra que describa lo que me haces sentir y lo que somos juntos. Y tengo claro que nacimos para conocernos y enamorarnos. Estoy segura.

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