Siempre ha habido un tema que me toca especialmente el
corazón y me hace reflexionar sobre mi vida y el mundo: los niños pobres, los
que no tienen comida, ni casa donde vivir. Los niños que pierden a sus familias
por las guerras, los niños que finalmente mueren por desnutrición, los que se
encuentran solos por la calle, sin nadie que los quiera y los proteja de
cualquier mal. Los niños que nunca han ido a una escuela, que ni siquiera han
tenido nunca en sus manos un juguete. Que no saben leer ni escribir, porque no
han tenido la oportunidad de que nadie les enseñe. Esos niños que, a pesar de
todas estas circunstancias, luchan día a día por seguir adelante, por seguir
viviendo…Niños que son exactamente iguales a los que acostumbramos ver en
nuestra vida cotidiana, los que van acompañados de sus padres a la escuela, a
comprarse un nuevo juguete, al parque a jugar… Son exactamente igual pero en
unas condiciones totalmente diferentes…
Y me paro a pensar y me pregunto: ¿acaso ellos no
tienen derecho a dormir en una cama, a comer día a día, a recibir una
educación, a tener una infancia feliz con juguetes y una familia que le cuide?
¿Acaso ellos no tienen derecho a tener buena salud, a recibir todos los
cuidados necesarios para poder luchar contra las enfermedades que le lleguen?
Si, si tienen derecho…pero mientras este mundo siga siendo así, nunca llegarán
a disfrutar de estos derechos. Una cosa tengo clara, aunque yo sola no vaya a
solucionar todo esto, cada vez que pueda ayudarles, les ayudaré. Porque los
niños son mi razón de vivir, y cuanto
más ayuda necesiten, más apoyo les daré yo.
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