Que tu sonrisa
sea más grande que todos esos problemas y el estrés que arrastras siempre
contigo. Seguro que lo has escuchado más de mil veces pero es cierto eso de que
la vida es corta. No podemos desperdiciarla preocupándonos por pequeñas
tonterías que nublan nuestro gran mundo. No podemos dejar que nuestras lágrimas
empañen la luz de cada día. Por eso, disfruta de cada instante como si fuera el
último. Saborea cada momento, siente el viento en la cara, la lluvia en tu piel
y el sol en tus ojos. No hay nada que de
más felicidad que deleitarse con mínimos placeres que marcan la diferencia. Una
manta en invierno, una buena película en un día de lluvia, tu canción favorita
sonando en la radio, un libro en el que vivir mil aventuras, un trozo de
chocolate a mitad del día, un abrazo donde el mundo se pare por un instante,
una sonrisa de cualquier persona con la que te cruces, un “buenos días” de tus
padres... Y es que la vida es eso, una suma de pequeños detalles que la hacen
bonita, muy bonita.
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