domingo, 27 de septiembre de 2015

Mínimos placeres.

Que tu sonrisa sea más grande que todos esos problemas y el estrés que arrastras siempre contigo. Seguro que lo has escuchado más de mil veces pero es cierto eso de que la vida es corta. No podemos desperdiciarla preocupándonos por pequeñas tonterías que nublan nuestro gran mundo. No podemos dejar que nuestras lágrimas empañen la luz de cada día. Por eso, disfruta de cada instante como si fuera el último. Saborea cada momento, siente el viento en la cara, la lluvia en tu piel y el sol en tus ojos.  No hay nada que de más felicidad que deleitarse con mínimos placeres que marcan la diferencia. Una manta en invierno, una buena película en un día de lluvia, tu canción favorita sonando en la radio, un libro en el que vivir mil aventuras, un trozo de chocolate a mitad del día, un abrazo donde el mundo se pare por un instante, una sonrisa de cualquier persona con la que te cruces, un “buenos días” de tus padres... Y es que la vida es eso, una suma de pequeños detalles que la hacen bonita, muy bonita.

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